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29 may 2017

El Banco de Luxemburgo se querella contra la extenista Arantxa Sánchez Vicario

La entidad acusa a la exdeportista de alzamiento de bienes para no hacer frente a una deuda.

  

Arantxa Sánchez Vicario en la presentación de su libro.
Arantxa Sánchez Vicario en la presentación de su libro.

 

La extenista Arantxa Sánchez Vicario sigue sumando litigios. 
El Banco de Luxemburgo se ha querellado contra ella y contra su marido, Josep Santacana, por un delito de alzamiento de bienes.
 La excampeona del Roland Garros tenía una deuda pendiente con la entidad bancaria, que la avaló por los 5,2 millones de euros que debía pagar a Hacienda por las cuotas no tributadas en el tiempo que fijó su domicilio fiscal en Andorra.

Ahora el banco considera que Sánchez Vicario ha estado vendiendo parte de sus bienes inmuebles para evitar asumir esa deuda, según ha avanzado El Confidencial
 El juzgado de instrucción 4 de Barcelona ha practicado diversas diligencias, ha tomado declaración a testigos e investigados, pero todavía no ha fijado una fecha para la comparecencia de la extenista y su marido, según ha confirmado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
 Ambos viven en Miami (EE UU).

 La pesadilla de Sánchez Vicario empezó en 2003, cuando se vio envuelta en una causa por fraude fiscal. 

Entonces fue condenada a pagar por las cuotas no satisfechas a Hacienda en los años que fingió vivir en Andorra.

 Cuando llegó el momento de hacer frente a la multa, descubrió que no tenía fondos.

 Pero el conflicto no estalló públicamente hasta 2012, en la presentación de su libro ¡Vamos!, donde la extenista acusó a sus padres, a su hermano y a dos gestores de confianza de haberla arruinado.

 A partir de ese momento, proliferaron las denuncias entre los Sánchez Vicario.

 

Arantxa Sánchez Vicario y su marido, Josep Santacana, en una imagen de febrero de 2016.
Arantxa Sánchez Vicario y su marido, Josep Santacana, en una imagen de febrero de 2016.
En 2015, la deportista llegó a un acuerdo con su familia, a quienes había denunciado tanto en España como en Andorra. 
Según este, la extenista podía vender varias propiedades que hasta ahora disfrutaban sus padres.
 Fue una paz judicial, pero se mantuvo la enemistad. "No me hablo con nadie de mi familia", declaró ante el juez.
 Ahora se abre un nuevo capítulo, en el que la justicia investiga si la extenista pudo crear un entramado para desviar fondos y evitar así hacer frente a sus deudas.

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