Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 oct 2016

Dónde ha ido a parar el dinero de ‘Operación Triunfo’........................................................ Juan Sanguino

Uno de los concursantes se compró tres casas en un año. De cómo 16 chicos, candorosos y maleables, pasaron a tenerlo todo.

David Bisbal, Rosa, David Bustamante, Chenoa y Manu Tenorio en el escenario de 'OT', en 2001. Cordon
En un año, uno de los concursantes del primer Operación Triunfo (OT) se compró tres casas.
 Hablamos del año 2001, cuando la crisis económica no había transformado para siempre las vidas de la clase media española. "No voy a decir quién es el que hizo esa compra. Me lo contó esa misma persona. Se compró tres casas.
 Y se quejaba mucho, porque Hacienda le iba a meter una clavada. Le tuve que hacer entender que si ganas una burrada en tan poco tiempo, esas cosas pasan".

El que habla es Alejandro Abad (54 años, Chile), compositor de la canción estrella de aquella fastuosa primera edición, Mi música es tu voz.
 Esta compra inmobiliaria, que ocurrió durante los meses después del final de OT 1, cuando todo pueblo de España quería para sus fiestas a alguno de los concursantes, retrata una de las situaciones más llamativas del programa que revolucionó el mundo del espectáculo en nuestro país. 
En unos meses, unos chicos que ganaban 300 euros semanales por dejarse la piel tocando en orquestas, se habían convertido en nuevos (e ingenuos) ricos.
 Por cierto, Mi música es tu voz sigue reportando dinero a Abad, todavía en 2016.

Los entresijos del programa de entretenimiento más exitoso en España en los últimos tiempos siguen rodeados de misterio, rumores y polémicas. 
 Y dinero, mucho dinero.
 Los tres documentales emitidos por TVE (el último, el domingo 30 de octubre) apuestan por la honestidad, pero también pasan de puntillas por la escabrosa controversia que ha estado varias veces a punto de contaminar el recuerdo de OT. Concursantes insatisfechos, contratos blindados cuya copia aún no ha sido enviada a los cantantes y denuncias de favoritismos que, si no han sido publicadas ya, es probable que nunca lo hagan.

Para entender cómo funcionaron los engranajes de aquella aventura histórica, hay que presentar primero a los protagonistas: Gestmusic, la productora del programa; Vale Music, la discográfica que editó los discos y fichó a los concursantes; TVE, la cadena que emitió el programa que paralizó un país; y 16 chavales, llenos de esperanza, cándidos, maleables.
Los magos detrás de la cortina que hicieron que los mundos de Oz nos mantuviesen pegados a la televisión fueron los hermanos Ten, Toni (56 años, Sabadell) y Xasqui (52, Sabadell), productores subcontratados por la discográfica Vale Music.
 Ellos fueron los responsables de la producción de la mayoría de las canciones de las galas, con un ritmo de trabajo que Toni lamenta no haber podido disfrutar. 
"Entre Barcelona y Madrid, trabajábamos sin parar y a toda prisa. Fueron cuatro meses de trabajo, 10 o 12 horas diarias, siete días a la semana", recuerda para ICON.
 Vale Music no fue la primera opción para la productora del programa, Gestmusic.
 Según Xasqui, el proyecto "se ofreció a las [discográficas] multinacionales, pero nadie se interesó demasiado. 
No le dieron credibilidad a la idea.
 En aquellos momentos la música en televisión no funcionaba, los programas musicales no gustaban".


El presentador Carlos Lozano rodeado de los 'triunfitos' durante una de las galas del concurso, en 2001.
Xasqui Ten recuerda que les pidieron dedicación exclusiva durante tres meses, porque no tendrían tiempo para nada más. 
"A mitad de semana te solicitaban que cambiases el tono de la canción, y aunque ya la tuvieses grabada debías volver a empezar. En un disco normal sueles tardar dos o tres meses para grabar 10 canciones, aquí se hacían esas 10 canciones en siete días.
 Cada semana, se editaba un CD con las versiones en estudio de las canciones interpretadas por los concursantes en la gala.
 Estos discos (que salían con un precio de 6 euros) no entraban en los planes iniciales de la productora, pero ante el creciente éxito de audiencia decidieron editarlos. 
Todos sobrepasaron las 100.000 unidades vendidas.
 Una barbaridad. Pero hay más: el disco de OT que se editó en la Navidad de 2001 es el cuarto más vendido de la historia en España, con 1,2 millones de unidades.
Para hacer frente a la fabricación masiva de CDs, Vale Music le encargó la manufactura a una empresa holandesa ya que en España no había fábricas con capacidad para producir miles de CDs en tan poco tiempo. 
 Había que sacar adelante la abrumadora demanda, y los concursantes acabaron sufriendo las consecuencias.
La agenda era dura para todos, pero emocionalmente resultó agotadora para los concursantes, que al estar encerrados en la Academia ni siquiera entendían por qué tenían que trabajar tanto, según explica Abad.
 Toni Ten corrobora este agotamiendo: "Grabábamos al día siguiente de la gala, y todos llegaban con caras de sueño.
 Algunos me preguntaban que qué decía la gente en la calle. Algo se olían, pero no eran realmente conscientes de la que se estaba montando".
Su hermano Xasqui coincide en esta sensación, y recuerda a unos chavales con mucho miedo. 
"Nosotros teníamos prohibido decirles nada que no estuviese relacionado con la grabación.
 La Academia estaba muy controlada. 
Entrábamos con micrófonos, así que te estaban oyendo desde el control todo lo que hablabas con los chavales.
 Nos recogían en la puerta, nos acompañaban al estudio, grabábamos y nos acompañaban a la salida.
 Había bastante tensión. Recuerdo un día que los dejaron salir a hacer firmas en centros comerciales y volvieron locos, porque se dieron cuenta de la repercusión que estaba teniendo el programa.
 A partir de ahí se mosquearon un poco".
 Ellos percibieron la tremenda popularidad del programa.
 La mayoría de las firmas de discos tuvieron que ser canceladas ante la avalancha de fans. Fueron a los centros comerciales sin saber si habría 20 o 100 personas, y se encontraron con miles de fans. 
El programa estaba siendo un fenómeno y nadie les había contado nada.
El punto de inflexión fue el descanso durante las navidades de 2001.
 Los concursantes pudieron irse a sus casas y, aunque seguían controlados por la organización, se relajaron y perdieron el miedo. "Volvieron más tranquilos", explica Xasqui, que junto a su hermano sigue trabajando con Gestmusic en Tu cara me suena y afirma llevarse bien con los Bisbal, Bustamante, Chenoa y compañía. "Había llegado un momento en el que existía muchísima tensión allí dentro, fruto del éxito del programa.
 Estábamos ensayando y grabando las canciones de la gala semanal, pero además el álbum de Navidad, cuyas canciones debían aprenderse. 
Justo antes de Navidad estaban muy jodidos y cansados, porque era una locura de curro", añade el productor. 

Tras la finalización del concurso, alargado mediante galas especiales, Eurovisión y el seguimiento televisivo de los primeros pasos profesionales de los concursantes, las cosas se fueron colocando y cada uno volvió a su casa (o en el caso de ese concursante misterioso aficionado al mundo inmobiliario, a sus casas).
 En la segunda parte del documental, varios de ellos han mostrado una sorprendente sinceridad al rememorar aquella vuelta a la no-normalidad.
Javián recuerda que le perturbaba tanto pasar de cobrar 80 euros por un concierto completo (antes de OT) a 6.000 por cantar tres canciones (después de OT), que repetía ese minúsculo repertorio para sentirse más rentable. 
Nuria Fergó bromea sobre cómo cerraban tiendas enteras para ella, en las que la malagueña ni siquiera miraba el precio de la ropa.
 Y se pone más seria para reconocer que necesitó ayuda psicológica.

David Bisbal, David Civera, Chenoa y Alejandro Abad (productor y compositor del tema 'Mi música es tu voz'). Cordon
Inevitablemente, algunos se fueron quedando relegados. 
En menos de un año, pasaron del anonimato a ser idolatrados por un país entero, sólo para ser despachados por la industria con un "hala, ya puedes irte, gracias por todo". 
El productor Alejandro Abad recuerda aquella decepción, para la que nadie les había preparado. "Algunos se preguntaban, pasados los meses, por qué tuvieron que cantar esa canción o por qué firmaron aquel contrato según el cual cedían un porcentaje tan alto a la productora.
 Era una porción grande de una tarta muy grande.
 Firmaron un contrato de cesión de imagen, que conllevaba unos derechos discográficos razonables, quizá un poco por encima de lo ideal.
 Pero ese extra se puede justificar porque tuvieron una carrera exprés dentro de un vehículo que en la vida volverían a tener". Y añade:
 "Otra cosa es que ellos hablasen con otros artistas y vieran que sus condiciones eran algo peores de lo habitual. 
Y si no triunfas, empiezas a plantearte si es por culpa de las canciones que te pusieron. 
Se convirtieron en estrellas en tres meses, con todas sus consecuencias"

La enorme cantidad de dinero que movió el programa (se hablaba de un millón de euros a la semana sólo gracias a los votos de los espectadores) siempre ha despertado la frustración de los concursantes, y hoy sigue siendo motivo de conflicto.
 Varios de ellos consideran que el concierto de El reencuentro (el 31 de octubre en Barcelona) ni siquiera les dará para cubrir gastos de desplazamiento.
 A los hermanos Ten, por su parte, les correspondió un porcentaje en torno al 3% de los beneficios.
 Toni aclara que es el porcentaje habitual en la industria: "Era muy bajo porque había mucha gente comiendo de ese pastel. Los creadores del programa tenían la tarta, y nos dejaban comer de ella, pero al fin y al cabo era suya. 
También comía TVE, los concursantes, Vale Music, Gestmusic y los productores".

Quien sigue recibiendo dinero gracias a Mi música es tu voz es Alejandro Abad.
 "Generó muchos derechos. La utilizan en Holanda, Alemania e incluso África en cursos de español. 
En Estados Unidos los derechos de autor se respetan muchísimo, así que las instituciones de idiomas generan mucho dinero.
 El formato de OT era nuevo, se exportó a muchas partes de América Latina e incluso se emitió la edición española. 
Y en bastantes países la pieza final que cantaban los concursantes también era Mi música es tu voz".
Toni y Xasqui Ten, en una imagen publicada en el Twitter del segundo.
El estigma de ser un triunfito ha encontrado su catarsis 15 años después gracias al entrañable pero amargo documental OT. El reencuentro.
 Y, en cada confesión, se nota que esas 16 personas necesitaban reconciliarse con aquella vorágine.
 La decisión deliberada de Gestmusic de moldear un casting de personas corrientes, que hiciesen que los espectadores sintiesen que cualquiera podía triunfar, se cobró 16 víctimas. 
 Se convirtieron en lo que los elitistas llaman "nuevos ricos", y la industria les trató en alguna ocasión con recelo, pero también quisieron utilizarles. 
Alguien dijo refiriéndose al devenir de los concursantes: "Nadie debería tener que aprender tanto en tan poco tiempo"
Abrazaron su viaje, con las luces (brillantes) y las sombras (silenciadas) y han conseguido que España vuelva a prestarles atención.
 Pero esta vez, no porque son chavales que representan la generación con más entusiasmo de la democracia, sino porque han vivido para contarlo.

 

Que asco, otra vez Rajoy

Solo por no verle la cara de idiota que tiene, solo por no ver la cara de esos Peperos, que mira que son feos con ganas y como ciudadanos parecen aquellos antiguos ejecutivos de antes de la "Arruga es Bella"
Y parece que eso es lo que quiere la mayoria , pijos sin aparte, incluidos señores de corbata y cartera de piel, tipo Rato, amanerados y simplones como "el bigotes" antes bigotudos como Aznar, mujeres que no sé ni de donde salen, pero muy puestas ellas, en si mismas, porque nunca las he oído hablar sobre esa violencia contra mujeres que hacen los hombres que imagino que salen de todas partes. 
Es lo que hay, y nos tragamos el merluzo que nos dan.......¿Me pregunto como tanta gente que se queja votan al PP.....silencio se rueda........

El vestido de Zara que hace furor

La prenda que se ha convertido en todo un must del otoño

Blonde is in the air moda zara
Blonde is in the air
Nadie es capaz de anticipar qué prenda se convertirá en el hit del otoño pero ésta tiene visos de conseguirlo.
 Nuestra bloguera Iratxe Gómez tiene buen ojo a la hora de detectar lo que es tendencia y así lo ha plasmado en Blonde is in the air
"El éxito de este vestido de Zara es que resulta súper cómodo al ser tan amplio con un corte vaporoso", explica Iratxe. Es apto para todo tipo de cuerpos y muy fácil de combinar. Ese print polka dot permite un mix perfecto con rojos.

Este vestido que se ha agotado en pocas semanas resulta perfecto para estas temperaturas otoñales.
 Iratxe quería lucir su envidiable bronceado y esta prenda le brindaba la oportunidad de hacerlo. Pero, tal y como cuenta ella, también es perfecta para lucir con unas medias de rejilla.
Debemos hacer, además, un hueco a los complementos, fundamentales en un look diez.
 Iratxe nos propone combinarlo con un cinturón y tacones, una imagen sofisticada e ideal para momentos indicados. 
También podemos lucirlo con un recogido con una diadema de trenza.

Vivir la jubilación entre amigos................................................................... Antonia Laborde

En España hay ocho proyectos construidos para pasar la última etapa de la vida con conocidos y no en una residencia tradicional.


Grupo de amigos jubilados que vive en la residencia autogestionada Convivir, Cuenca. Foto/Vídeo: Carlos Rosillo.

La amistad entre Víctor Gómez y Cruz Roldán tiene 46 años.
 Se conocieron en una excursión a La Sierra por un grupo de marcha, “pero era más que eso, era un grupo de estilo de vida”, recuerda Roldán, de 79 años.
 Cuando cruzaban por el medio siglo de vida se preguntaron ‘¿por qué no nos vemos envejecer?’. 
15 años después, viven con sus respectivas esposas en Convivir, una residencia autogestionada en Cuenca.
 Decenas de amigos y familiares se entusiasmaron cuando plantearon la idea de vivir juntos pero no revueltos y hoy son 87 socios los que se identifican con el lema “ponerle vida a los años”. Cuentan con todos los servicios de una residencia tradicional, “pero no estamos sentados todo el día en una silla entre desconocidos”. Comparten, se mantienen activos, pero conservan su independencia.

La vejez llega más tarde, pero se piensa en ella desde antes. 
Los mayores de hoy —en particular los españoles y japoneses— viven más y no quieren pasar la última etapa de su vida entre desconocidos o “ser una carga para los hijos”.
 Así lo demuestra el Estudio UDP 2015, elaborado por el ministerio de Sanidad, donde más de la mitad de los encuestados ve poco probable vivir en una residencia, mientras que cuatro de cada diez ven como una alternativa los cohousing.
 Estas son viviendas diseñadas y autogestionadas por los mayores, que deciden entre personas afines dónde y cómo quieren vivir su jubilación. 
Los apartamentos pertenecen a una cooperativa, pero pueden dejarlos de herencia a sus hijos. En España hay ocho proyectos construidos y varios en etapa de gestación.
Falta poco para la hora de comer en la residencia Convivir y en una de las múltiples salas comunes se escucha a Raffaella Carrà. Un radio cassette Sony vibra al son de ‘Porque El Amor (Fataliá)’ mientras la gente se descojona.
 Es el taller de risoterapia dirigido por Lourdes Ranera.
 Aprendió esta técnica en la India, la enseñó durante más de 20 años en Barcelona y hoy hace reír todos los días a sus compañeros de residencia.
 Los que no se están riendo, se cambian de ropa tras una clase de gimnasia a cargo de Timoteo, que antes de jubilar se desempeñaba como profesor. 
Otros participan de la clase de macramé impulsada por Amelia López, de 88 años, la mayor de la residencia.
 La edad media es de 70 años, pero se respira un ambiente juvenil. “Venir aquí me ha rejuvenecido, es la gracia de vivir en una residencia cuando todavía estamos bien”, cuenta López.
 “Esto ayuda a que cuando dejes de trabajar no pienses cuándo te llegará tu hora”, agrega Roldán.
Aunque la residencia colaborativa se cimenta hace poco en España, Rogelio Ruiz, arquitecto de eCohousing, ha recibido casi mil solicitudes sobre información de este modelo de vivienda.
 Su equipo ganó el concurso para construir Trabensol, una de las dos residencias de este tipo construidas en Madrid: “Nos daba mucho reparo hacer casas para personas que no sabíamos quiénes eran ni cómo querían vivir.
 Las decisiones las tomamos con ellos. Si hay alguien que trabajó en jardinería opina de las áreas verdes y si hay una enfermera lo hace sobre cómo debiera ser el área de salud”. 
Todas las residencias de cohousing deben cumplir los requisitos de una tradicional: baños geriátricos, muebles terminados en curva, botones de emergencia en todas las habitaciones, entre otras cosas.
A diferencia la situación en Convivir, donde todos los que quieren un apartamento deben tener un conocido y ser socios, en Trabensol la oferta es para todo público.
 Los valores para hacerse socio de una cooperativa cohousing en España —que no exenta los gastos mensuales— van desde los 50.000 a los 140.000 euros.
 Este gasto se ve amortiguado en las residencias donde también reciben a no socios. 
En la Fuente de la Peña en Jaén, si eres socio pagas 2.080 euros mensuales por pareja, en vez de pagar un “alquiler” de 3.150 euros. Los costes también varían si el residente quiere servicios de limpieza, lavado, comida o solo acceso a los servicios de atención como enfermería y fisioterapia.

 

De las experiencias españolas, los impulsores coinciden en que los interesados se acercan más a los 50 que a los 70 años. Nemesio Rasillo, uno de los fundadores de la residencia Brisa del Cantábrico, donde la edad media es de 63 años, lo atribuye a que “los más mayores tiran del cuidado familiar.
 Pero hay muchos adultos que aún no jubilan y ya tienen claro que no quieren ser una carga para sus hijos”.
 En esta residencia, una de las normas es puede haber máximo 15 personas del mismo año de nacimiento, para garantizar el relevo generacional.
 Cada cooperativa tiene sus normas, pero una que se repite para tratar el tema de la dependencia, es que desde que un residente se suma al proyecto, parte de su dinero es relegado a un fondo social. “Así cuando alguno de los compañeros necesite una asistencia especial, lo cubrimos entre todos y no le significa un gasto importante”, explica Roldán.
Es la hora de la siesta en Cuenca, y “el castillo del siglo XXI”, como le llaman los habitantes de Convivir a su residencia, parece haberse detenido en el tiempo. 
Nadie circula por los largos pasillos de las dos plantas, las paletas de ping pong descansan sobre la mesa y la peluquería está cerrada con llave. 
Es el momento de disfrutar el apartamento que cada uno se ha decorado a su gusto. “En lugar de independizarse mi hijo, me he independizado yo”, dice en voz baja Luis de la Fuente, mientras cierra la puerta de su nuevo hogar.